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Mi vecino se convierte en mi amante.

Publié par : calin_sympa le 21/11/2025

Yo, un hombre de 50 años en ese momento, y mi ropa interior de mujer... Como escribí en mi historia anterior, a menudo uso medias debajo de mis pantalones, con un liguero y bragas (se pueden ver las líneas a través de mis pantalones), piernas, genitales y nalgas suaves. En el momento de esa historia, yo era mayor, tenía 50 años. ... Excitan a mi vecino... Una pareja de jubilados, de unos 70 años, se mudó al apartamento de enfrente del mío en el tercer y último piso. No socializábamos, pero nos saludábamos amigablemente. La mujer a menudo estaba fuera, visitando a familiares o amigos en el campo. Noté que me encontraba con mi vecino cada vez con más frecuencia, especialmente cuando estaba solo; siempre estaba mirando la parte superior de mis muslos a través de mis pantalones. No lo demostré, pero me gustó la situación. Después de unas semanas, incluso tuve sofocos cuando me lo encontré porque medio esperaba que me agarrara el trasero; creo que se dio cuenta. Un día, por fin se me acercó tímidamente y me invitó a tomar algo. ¿Qué podía ser más normal entre vecinos? ... Fuimos más allá... Charlamos de esto y aquello, y se forjó una confianza mutua. Me dijo que ya no se sentía atraído por su esposa (quien correspondía a sus sentimientos), pero que aún deseaba "calidez e intimidad", algo que consideraba perfectamente normal. Le pregunté cómo veía el futuro en ese sentido: para él, encontrar novia sería difícil, seguramente sería más fácil con hombres. Acepté. Entonces se arriesgó y me preguntó si esas eran realmente las líneas de medias y el liguero que veía debajo de mis pantalones. Lo confirmé. Me preguntó si me importaba enseñarle mi ropa interior, de forma amable. Me dijo que me traería recuerdos con mujeres. Sentada en su sofá, me bajé los pantalones, dejando al descubierto las medias, el liguero y las bragas. Se dio cuenta de que estaba depilada y me preguntó si sentía algo: ¡claro que me sentía bien! Depilada, sentía la frescura en los muslos y entre ellos, en las nalgas y alrededor de mi pequeño agujero; me gustaba. Y sentía mejor sus manos errantes. Aún tenía algunos pelos sobre el clítoris; no los veía con claridad porque aún no me había bajado las bragas. Pero me pidió que me las bajara y que lo dejara olerlas sin tocarlas, lamerlas ni chuparlas; dijo que era un poco pervertido y que antes disfrutaba del olor a clítoris y vaginas, que ya no podía oler. Así que me bajé un poco más los pantalones y abrí los muslos.Se acercó y me olió el pene y la entrepierna. Olía como todos olemos allí al final del día, pero debí de sudar o sentirme excitada por el deseo durante el día, y el olor era más intenso. Estaba encantado y se quedó, oliendo. Lo dejamos ahí; me dio las gracias, y yo le agradecí su hospitalidad, y acordamos que podía volver a hacerlo, incluso tocarme; era su decisión volver a mí cuando quisiera. Dejaríamos a su esposa al margen, por supuesto. Me fui a casa. Era amable y decente. No era alto, algo barrigón, pelo corto y canoso, sin barba —en resumen, un "hombre mayor y guapo", como dicen— y con un pequeño bigote que me había hecho cosquillas cuando me olió la entrepierna. Volver a mí, sí, pero ¿cuándo? …Quedamos… Como él, yo ansiaba ir más allá, que me toqueteara, que deslizara sus manos entre mis muslos, su lengua en mi boca… y más. Y mi deseo, como seguramente el suyo, crecía. Así que al día siguiente, tomé la iniciativa y propuse que nos viéramos en mi casa sobre las 10 p.m. Le dije que me gustaba tomar algo y que se asegurara de llegar muy… relajado. Elegimos una fecha en la que su esposa no estaría. Como la fecha era un poco lejana, me preguntó si podía “disfrutar de algo” antes. Así que le dije que siempre podía tocarme las nalgas cuando me cruzara con él en el rellano —no lo dudó— y que podía observarme por la mirilla, pero sin salir, algunas noches a las 10 p.m. ¡Prometió observarme pero no salir! Esas noches, salía al rellano un minuto en camisón, medias, liguero y tacones, a veces con bragas, a veces sin ellas. Me lo imaginé excitado tras la puerta, quizá tocándose. Era un poco provocador. …El gran día… Como habíamos acordado, el gran día, a las 10 p. m., tocó el timbre. Vino con una botella de vino blanco. Buena intención; me agradó. Él ya había bebido antes, y yo también; nuestras mejillas estaban un poco sonrojadas. Nos besamos en la mejilla. Lo saludé en camisón, medias, liguero, tacones de media caña y sin bragas. Estaba bien afeitada, esperando que le gustara besar. No llevaba peluca ni maquillaje, porque lo que le interesaba estaba mucho más abajo. Unos días antes, había usado un vibrador para que, si quería hacerme el amor, mi trasero lo aguantara. Me mira y creo que ya quiere saltar sobre mí, pero es educado. Le digo que se ponga cómodo… completamente cómodo, y que se arregle en el baño si quiere. Lo cual hace mientras preparo el aperitivo.Ahora está completamente desnudo, con un poco de vello en las piernas y el pecho. Su pene es de tamaño normal, bonito, no demasiado velludo alrededor, y está duro. Lo mido y creo que podría soportarlo, pero quizás no del todo, ya veremos. Yo también estoy duro... un poco, pero no importa, ya que se supone que soy la mujer. Me dice que le gusto. A mí también me gusta, quiero que me abrace. Abrimos su botella, chocamos l ...

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